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viernes, 30 de diciembre de 2011

OBISPADO DE SAN ISIDRO OFICINA DE PRENSA

Mons. Jorge Casaretto  -
Homilía Nochebuena 2011.
La Fiesta de Navidad es también la de la esperanza.Y realmente es como la respuesta de Dios a esto que está en cada uno de nosotros. Nosotros necesitamos siempre tener esperanza, Hay, por decir así, esperanzas cortas, esperanzas chicas, se puede decir, y esperanzas grandes. Todas son necesarias. Día a día esperamos terminar la jornada, esperamos haber terminado un trabajo, esperamos el abrazo del que nos  recibe en nuestra casa. Hay esperanzas más grandes, tener un buen trabajo, llevar adelante la familia, y hay esperanzas definitivas, que es encontrarle sentido a la existencia. En última instancia esto que está en el corazón nuestro, puesto por Dios, que es el gran deseo de felicidad, que está en todos nosotros, siempre está unido a la esperanza. No podemos ser felices si no encontramos respuesta a lo que esperamos. L as grandes esperanzas están unidas a los vínculos. Si ustedes piensan, todo lo que esperamos siempre está relacionado con personas, con gente, los vínculos familiares y esperamos encontrar la respuesta de amor en aquellos que nos hemos unidos por la sangre. Los vínculos de amistad, los vínculos relacionales hasta, fíjense, en el trabajo. Si no tenemos bien realizados  los vínculos, es como que no nos va bien, no estamos satisfechos.
Esto que es esperar, es algo fundamental en la persona humana. Cuando Jesucristo viene, cuando Dios se encarna, hay una gran respuesta a la esperanza de la humanidad, porque también la humanidad espera. En última instancia las sociedades quieren tener paz. Cuanto mayor son los niveles de confrontación en una sociedad mayor son los temores. Por eso cuando llega el Hijo del Hombre, cuando el Hijo de Dios se hace hombre, el cántico de los ángeles es Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a todos los hombres de buena voluntad, porque es, en última instancia, lo que anhelamos y Jesús es realmente el heraldo de la paz. El, cuando se presenta, se presenta diciendo “que la paz esté con ustedes” “he venido a traer una paz que no es de este mundo”. Y por eso la esperanza  definitiva de los cristianos es aquella que nos reveló Jesucristo, que no hubiéramos podido conocer nunca si Jesús, si el Hijo de Dios no se hubiera encarnado, que es la esperanza en la vida eterna. La vida eterna es paz total, pero no una paz de pasividad sino una paz que está engendrada en la plenitud de amor. Esa es la gran respuesta de la Navidad. Es la  respuesta de esperanza de la humanidad pero también es la respuesta a la esperanza personal de cada uno de nosotros. El Hijo de Dios no se encarna solamente para toda la humanidad, por supuesto que lo hace para toda la humanidad, pero para toda la humanidad personalizada. Nosotros como miembros de esa humanidad, cada uno de nosotros, tiene tanta importancia, que el Hijo de Dios viene a revelarme que nuestro Padre Celestial me ama y infinitamente a cada uno de nosotros. El amor de Dios se ha hecho presente en la persona de Cristo para cada uno de nosotros. Por eso es tan importante esta fiesta, porque el horizonte de la humanidad se aclara, la humanidad encuentra un sentido, caminamos hacia una plenitud, una plenitud de amor y una plenitud de paz. Esta revelación no hubiera sido posible si Dios no nos hubiera venido a decir todo lo que nos ama en la persona de Jesús. Por eso hoy tenemos que encontrar como la gran respuesta personal, este deseo de amor, esta esperanza de ser amados está  respondida  en esta Navidad en ese niño que es el Hijo de Dios y que me viene a decir, ese deseo es un deseo respondido por Dios. Dios te ama y te ama plenamente, tanto te ama que te da vida acá en la tierra y te da eternidad. Por eso también, en cada uno de nosotros, este fundamento de esperanza, le da sentido muy pleno a nuestra existencia en la medida que, cada uno de nosotros también, sea esperanza para los demás. Que la vida de uno signifique para otros que está esperando bien, que encuentra también una respuesta a sus esperanzas en el vínculo que yo genero con los demás, este vínculo de amor, este vínculo de caridad. Esto es lo que Dios espera también de nosotros. Nosotros ponemos toda nuestra esperanza en este Hijo de Dios y este Hijo de Dios también pone sus esperanzas en nosotros. Espera que nosotros seamos signos de esperanza para nuestros hermanos.
Viviendo en esta dimensión tan cristiana, que tengan todos ustedes una muy pero muy plena Navidad.

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