Al término de nuestro Encuentro Continental nos postramos humildemente delante de Ti.
Virgen Santísima, Señora Nuestra de Guadalupe,
Autor: P. Jaime Humberto Henao Franco, Secretario Ejecutivo SEPAF-CELAM. | |
Tu llevas en tu vientre al Verbo eterno de Dios encarnado por obra del Espíritu Santo.
Al término de nuestro Encuentro Continental :
"Por una cultura de la vida desde la Pastoral Familiar",
nos postramos humildemente delante de Ti para hacerte una suplica ferviente:
Te pedimos que seas la Patrona de todos los esfuerzos pastorales que adelantamos en nuestros países de América Latina y El Caribe, por la defensa y promoción del don de la vida, por el buen uso de este jardín que es el mundo, casa recibida de Dios para todos tus hijos, por la difusión del matrimonio-para-siempre y por la Pastoral de la Familia.
Madre Bendita, conoces muy bien nuestros sueños apostólicos para que se realice entre nosotros el proyecto de tu Hijo, quien vino a traernos vida y vida en abundancia (Jn 10,10); pero sabes también de nuestra pequeñez y limitaciones.
Te pedimos que seas la Patrona de todos los esfuerzos pastorales que adelantamos en nuestros países de América Latina y El Caribe, por la defensa y promoción del don de la vida, por el buen uso de este jardín que es el mundo, casa recibida de Dios para todos tus hijos, por la difusión del matrimonio-para-siempre y por la Pastoral de la Familia.
Madre Bendita, conoces muy bien nuestros sueños apostólicos para que se realice entre nosotros el proyecto de tu Hijo, quien vino a traernos vida y vida en abundancia (Jn 10,10); pero sabes también de nuestra pequeñez y limitaciones.
Son grandes los desafíos de la cultura de la vida frente al poder terreno de la cultura de la muerte.
Permítenos Madre, llamarte como San Juan Diego: "Niña Nuestra"; pero, ¡Qué Niña, poderosa como un ejército en orden de batalla. Tu has derrotado al autor de la muerte; ven también ahora en nuestro auxilio, pues llenos de confianza nos escudamos en Ti para defender a tus hijos, nuestros hermanos más débiles.
Que todo sea, Reina y Madre nuestra, para gloria del Padre, de quienes eres Hija Predilecta; para alabanza del Espíritu Santo, tu Divino Esposo y para el reinado pleno de tu Hijo Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador. Amén.
Permítenos Madre, llamarte como San Juan Diego: "Niña Nuestra"; pero, ¡Qué Niña, poderosa como un ejército en orden de batalla. Tu has derrotado al autor de la muerte; ven también ahora en nuestro auxilio, pues llenos de confianza nos escudamos en Ti para defender a tus hijos, nuestros hermanos más débiles.
Que todo sea, Reina y Madre nuestra, para gloria del Padre, de quienes eres Hija Predilecta; para alabanza del Espíritu Santo, tu Divino Esposo y para el reinado pleno de tu Hijo Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador. Amén.
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