Habló el Cardenal Bergoglio.
El 27 de enero pasado en una ceremonia realizada en la catedral Nuestra Señora del Rosario, de Azul, se dio a conocer oficial y públicamente la aprobación pontificia y la elevación a Instituto Secular del Instituto Cristífero, fundado por Beatriz Abadía y monseñor Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma, y que tiene su sede central en la ciudad bonaerense de Azul. El acto contó con la presencia del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina; de monseñor Hugo Manuel Salaberry SJ, obispo de Azul; y de monseñor Hesayne. El Instituto Cristífero tiene como modelo de mujer consagrada a Dios, a María de la Visitación, quien sorprendida primero por la revelación del Ángel Gabriel en Nazaret, se apura a dirigirse a Ain Karem, donde visita y se pone al servicio de su prima Isabel, que también está embarazada. Es precisamente sobre este episodio evangélico que el cardenal Bergoglio se explayó en su homilía que pronunció durante la celebración eucarística que presidió ese día y propuso rezar a la Virgen en las advocaciones de María sorprendida y María apurada. María Apurada “Sorprende -dijo el purpurado porteño- el comienzo de este pasaje del evangelio. María partió y fue sin demora al pueblo donde vivía su prima. No perdió el tiempo. Impulsada por el Espíritu Santo, su corazón dócil al Espíritu no perdió el tiempo. Les confieso que a mí esta imagen de la Virgen apurada me gusta mucho. Habría que introducirla en las letanías familiares como Nuestra Señora la apurada por servir, rezá por nosotros. “La Virgen que está movida por ese apuro del servicio, por llevar algo. No le fue a dar catequesis a su prima, no le fue a contar como chisme la grandeza que llevaba adentro, fue a servir. El apuro del servicio. El desovillarse a sí misma para servir. Esa Virgen que no calcula los riesgos: los riesgos del camino, los riesgos de dejar ese pueblo tres meses y volver ya con los signos de la maternidad. No calcula nada, se apura y va”. María Sorprendida “Esta Virgen -continuó diciendo el cardenal Bergoglio- está tan apurada por servir porque abrió su corazón a la palabra de Dios y se dejó sorprender por una noticia que le fue dada. Dice el evangelio que María se sorprendió con lo que le decía el ángel; quedó ahí, no sé, temblando quizás. Se sorprendió. Esa es otra letanía que podríamos poner en nuestra vida: Nuestra Señora, la Virgen sorprendida, rezá por nosotros. Esa Virgen que se deja sorprender, esa Virgen que abre su corazón a la sorpresa, siente el impulso de apurarse para servir. La sorpresa le abre el corazón y el Espíritu que la sorprende, la impulsa al servicio. Nuestra madre la Virgen sorprendida, Nuestra Madre, la Virgen apurada. Lindo, ¿no? Me gusta tener una madre así”. No entrar en los esquemas de este mundo Tras una serie de conceptos sobre la sorpresa y el apuro de la Virgen, dichos con esa frescura y originalidad que hicieron populares a sus homilías, el cardenal Bergoglio aconsejó a los miembros del Instituto Cristífero y a todos los que tienen como modelo a la “sorprendida y a la apurada”, que “no entren en el esquema de las propuestas del mundo. No pierdan la capacidad de sorpresa, no pierdan la capacidad de servicio, no hagan que su corazón pase a integrar un catálogo de archivo, no son piezas de museo, no permitan que los domine la burocracia o la clericalización, porque el clericalismo es un mal continuo que amenaza a la Iglesia, no permitan que esta burocracia y esta clericalización que les propone el mundo los ampute del carisma inicial que sintieron Betty Abadía y Monseñor Hesayne. “La Iglesia a ustedes los cristíferos, cristíferas y asociados los quiere sorprendidos y apurados. Ese es el espíritu de la Visitación. Que Ella, la sorprendida y la apurada, les conceda esta gracia”, concluyó el arzobispo porteño.+ Texto completo de la homilía |
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