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viernes, 10 de febrero de 2012

Dr. Juan Carlo Amatucci.


Habló el Cardenal Bergoglio‏.

Card. Jorge Mario Bergoglio
Card. Jorge Mario Bergoglio
































El 27 de enero pasado en una ceremonia realizada en la catedral

Nuestra Señora del Rosario, de Azul, se dio a conocer oficial y

públicamente la aprobación pontificia y la elevación a Instituto

Secular del Instituto Cristífero, fundado por Beatriz Abadía y

monseñor Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma, y

que tiene su sede central en la ciudad bonaerense de Azul.


El acto contó con la presencia del cardenal Jorge Mario

Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires y Primado de la

Argentina; de monseñor Hugo Manuel Salaberry SJ, obispo de

Azul; y de monseñor Hesayne.


     El Instituto Cristífero tiene como modelo de mujer

consagrada a Dios, a María de la Visitación, quien sorprendida

primero por la revelación del Ángel Gabriel en Nazaret, se apura

a dirigirse a Ain Karem, donde visita y se pone al servicio de su

prima Isabel, que también está embarazada.


     Es precisamente sobre este episodio evangélico que el cardenal

Bergoglio se explayó en su homilía que pronunció durante la

celebración eucarística que presidió ese día y propuso rezar a la

Virgen en las advocaciones de María sorprendida y María

apurada.

María Apurada

“Sorprende -dijo el purpurado porteño- el comienzo de este

pasaje del evangelio. María partió y fue sin demora al pueblo

donde vivía su prima. No perdió el tiempo. Impulsada por el

Espíritu Santo, su corazón dócil al Espíritu no perdió el tiempo.

Les confieso que a mí esta imagen de la Virgen apurada me gusta

mucho. Habría que introducirla en las letanías familiares como

Nuestra Señora la apurada por servir, rezá por nosotros.

“La Virgen que está movida por ese apuro del servicio, por llevar

algo. No le fue a dar catequesis a su prima, no le fue a contar

como chisme la grandeza que llevaba adentro, fue a servir. El

apuro del servicio. El desovillarse a sí misma para servir. Esa

Virgen que no calcula los riesgos: los riesgos del camino, los

riesgos de dejar ese pueblo tres meses y volver ya con los signos

de la maternidad. No calcula nada, se apura y va”.


María Sorprendida

     “Esta Virgen -continuó diciendo el cardenal Bergoglio- está

tan apurada por servir porque abrió su corazón a la palabra de

Dios y se dejó sorprender por una noticia que le fue dada. Dice el

evangelio que María se sorprendió con lo que le decía el ángel;

quedó ahí, no sé, temblando quizás. Se sorprendió. Esa es otra

letanía que podríamos poner en nuestra vida: Nuestra Señora, la

Virgen sorprendida, rezá por nosotros. Esa Virgen que se deja

sorprender, esa Virgen que abre su corazón a la sorpresa, siente

el impulso de apurarse para servir. La sorpresa le abre el corazón

y el Espíritu que la sorprende, la impulsa al servicio. Nuestra

madre la Virgen sorprendida, Nuestra Madre, la Virgen

apurada. Lindo, ¿no? Me gusta tener una madre así”.


No entrar en los esquemas de este mundo

     Tras una serie de conceptos sobre la sorpresa y el apuro de la

Virgen, dichos con esa frescura y originalidad que hicieron

populares a sus homilías, el cardenal Bergoglio aconsejó a los

miembros del Instituto Cristífero y a todos los que tienen como

modelo a la “sorprendida y a la apurada”, que “no entren en el

esquema de las propuestas del mundo. No pierdan la capacidad

de sorpresa, no pierdan la capacidad de servicio, no hagan que su

corazón pase a integrar un catálogo de archivo, no son piezas de

museo, no permitan que los domine la burocracia o la

clericalización, porque el clericalismo es un mal continuo que

amenaza a la Iglesia, no permitan que esta burocracia y esta

clericalización que les propone el mundo los ampute del carisma

inicial que sintieron Betty Abadía y Monseñor Hesayne.


“La Iglesia a ustedes los cristíferos, cristíferas y asociados los

quiere sorprendidos y apurados. Ese es el espíritu de la

Visitación. Que Ella, la sorprendida y la apurada, les conceda

esta gracia”, concluyó el arzobispo porteño.+


Texto completo de la homilía

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