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jueves, 19 de enero de 2012

Dr. Juan Carlo Amatucci.

TRAGEDIA DEL CRUCERO EN ITALIA.

Capellán del crucero,

defendió el accionar     
de la tripulación.
"El desorden fue culpa del pánico", explicó al asegurar que "prodigaron" esfuerzos para atender a los pasajeros. El sacerdote manifestó que intentó dar ánimo a los viajeros y ayudó a las madres a alcanzar los botes salvavidas.
El capellán del "Costa Concordia", Raffaele Marina, dio la cara por la tripulación del crucero y dijo que se "prodigaron" con los viajeros y que no se les puede acusar de "inexpertos" y que el desorden fue originado por el pánico y la rapidez con la que el agua invadió el crucero en 20 minutos.
"Es demasiado fácil decir ''''inexpertos''''. El desorden no fue culpa de la tripulación, sino del pánico, el miedo entre los pasajeros. El pánico es lo que es y ¡por Dios! en esos momentos se ve la propia vida en peligro. La tripulación se prodigó y no es verdad que no hiciera nada", afirmó Marina en declaraciones a Radio Vaticano.
El sacerdote agregó que cuando supo que el golpe contra las rocas había abierto una brecha en el casco del barco de 70 metros dijo "Jesús, encárgate tú".
Preguntado sobre qué sucedió después del golpe, el cura insistió en que fueron "de pánico".
"Tal vez no dieron inmediatamente la alarma, el abandono del barco...Intentaron otra cosa. Cuando se produjo el hecho, la rotura de la nave, fueron a la sala de máquinas para ver si podían arreglar el corte de luz. Pero era tarde, ya que en menos de 20 minutos la sala de máquinas estaba invadida por el agua", relató.
Marina agregó: "no se podía hacer nada, el comandante intentó llevar el barco cerca de la orilla, cerca del puerto, pero el crucero comenzó a inclinarse cuando se encontraba a 150-200 metros de puerto".
El capellán manifestó que intentó dar ánimo a los viajeros y ayudó a las madres a alcanzar los botes salvavidas con los niños que llevaban en brazos.
Raffaele Marina se mostró convencido de que todavía pueden haber personas vivas dentro de la nave, encallada frente a las costas de la isla toscana italiana de Giglio.
Fuente EFE.

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