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jueves, 29 de marzo de 2012

Profesora Ana Marta Garcia.

¿Tiene sentido la. . .  existencia de Dios?

Crisis de Dios,  y mundo moderno.  
Autor: Michel Zeghaib,   Lic. en Filosofía. 
No son los atributos de Dios, ni son algunos temas controversiales sobre religión. 
No es el concepto de fe, incluso, a veces, tampoco son los dogmas o la tradición los que están en tela de juicio en la modernidad. 
Es, sin lugar a dudas, la misma posibilidad de la existencia de Dios la que está cuestionada.
Sin duda alguna, la teología –y el tema de la religión– forman parte inseparable de la filosofía. La historia atestigua las intrincadas relaciones que entre ellas ha habido. Esta afirmación he podido comprobarla luego de largos años de docencia, no solo en el campo de la Ciencias Sociales –área que he tenido la dicha de surcar como Licenciado en Filosofía–, sino también en el campo de la teología, en aquellos años, ya pasados, en que me deleitaba con su enseñanza, como profesor de la universidad y del seminario de mi provincia de San Juan.
Dice Juan José Tamayo-Acosta que uno de los más lúcidos diagnósticos sobre la crisis de Dios en la modernidad nos lo ofrecía, desde la prisión, el teólogo protestante alemán Dietrich Bonhoeffer, unos meses antes de ser ejecutado, el 30 de abril de 1944: 

Nos encaminamos hacia una época totalmente irreligiosa o simplemente, los hombres, tal como ahora son, ya no pueden seguir siendo religiosos. Incluso aquellos que sinceramente se califican de “religiosos” ya no practican en modo alguno su religión; sin duda, la palabra “religioso” significa, pues, para ellos, algo completamente distinto.
Y continúa diciendo: el hombre ha aprendido a componérselas solo en todas las cuestiones importantes sin recurrir a Dios como “hipótesis de trabajo”. 

Eso es ya evidente en las cuestiones científicas, artísticas, e incluso éticas, y ya nadie osaría ponerlo en duda; pero, de un centenar de años a esta parte, ha ido haciéndose asimismo cada vez más válido en las cuestiones religiosas. 
Hoy día resulta obvio que, sin “Dios”, todo marcha tan bien como antes. 
Al igual que en el campo científico, también en el dominio “Dios” va siendo rechazado cada vez más lejos y más fuera de la vida: en ella está perdiendo terreno.
En un clima así, junto al prisionero de Tegel, podríamos preguntarnos 
¿cómo hablar de Dios sin religión?
La emancipación humana es lo que constituye el horizonte de la modernidad, es decir, la decidida liberación, por parte del nuevo hombre que resurge de las cenizas de más de diez siglos de medievalidad, en una especie de renacimiento humanístico. 

La razón será, desde el siglo XV en adelante, la gran protagonista, redescubriendo cada individuo su propia subjetividad, o sea, su interioridad como lugar privado y autónomo de las demás realidades. 
Esta será la nueva identidad de ese tiempo llamado “modernidad”.
Pensadores como Descartes, Pascal, Spinoza, Kant, Hegel, Feuerbach; o los llamados “maestros de la sospecha”, Marx, Nietzsche y Freud; incluso también lo que se conoce como “ateísmo moral”, que consiste en la imagen de Dios desde las “víctimas de Dios”, desde la escucha del grito de los inocentes. 

Grito, al decir de Tamayo-Acosta, muchas veces blasfemo, irreverente, irritado, herido, que interpela a Dios y le pregunta por su omnipotencia y bondad, por su omnisciencia y providencia, por su amor y su justicia, y le echa en cara el que no actúe ante tanto mal , serán parte de los temas tratados.
Finalmente, comparto con ustedes una confesión. 

Esta propuesta que hago a los lectores de la Revista online San Pablo ha surgido de la lectura personal de teólogos como Guardini, Von Balthasar, el Cardenal Martini, Rahner, incluso el mismo Tamayo-Acosta, Barth, Bultmann, o Lacueva, y algunos otros. 
Lecturas que han marcado un itinerario personal de fe en este último tiempo de mi vida, tiempo de preguntas, cuestionamientos, incredulidades y luchas que están dando incuestionables frutos. 
Justamente, son las reflexiones que surgen en mí desde lo más básico: la posibilidad de la existencia de Dios, simplemente como hombre y cristiano, las que les propongo compartir. 
Espero que podamos sumarnos a estos artículos con nuestras opiniones y realizar juntos un camino de fe.

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