Despedida Mons.
Jorge Casaretto
como obispo de la diócesis de
San Isidro,
a los medios locales.
Viernes 16 de marzo de 2012 – Casa Anchorena -
"Quiero decirles que tuve un buen vínculo, una buena relación con todos ustedes."
"Quiero agradecerles el haber estado siempre en una actitud servicial hacia la iglesia, tratando de comunicar todo lo que el obispado quería tener como misión evangelizadora hacia la diócesis, todo lo que se logra a través de los medios de comunicación, este ser puente entre el pueblo y los que tenemos estas responsabilidades, que son ustedes."
"Primero la gratitud hacia todos ustedes por este servicio de todos estos años."
"En segundo lugar clarificarles que yo estoy cumpliendo, el lunes, 35 años de obispo, ordenado en Rafaela.
Me ordenó Mons. Laguna, Mons. Bianchi y Mons. Zaspe".
"Estuve en Rafaela seis años y después vine aquí como obispo coadjutor en el año 1983, junto con la democracia, en realidad vine un cachito antes de la democracia."
"Fui coadjutor dos años, como lo fue ahora Oscar y después ser obispo titular de San Isidro."
"En estos dos últimos años pudimos hacer una transición. El obispo coadjutor significa, hay dos categorías, uno es el obispo auxiliar y el otro es el coadjutor."
"El auxiliar se nombra justamente, para auxiliar al obispo, en cambio el coadjutor ya tiene una responsabilidad porque se lo nombra con derecho a sucesión, se sabe que él va a ser el obispo cuando se acepta la renuncia del obispo titular."
"Al cumplir 75 años, los obispos presentamos la renuncia, que es una sabia medida que tiene la iglesia, porque a los 75 años uno, yo gracias a Dios, estoy bien, bien físicamente, espiritualmente, todavía la cabeza me funciona, pero las fuerzas siempre disminuyen y las responsabilidades en esta diócesis, el peso de la responsabilidad es muy fuerte."
"Esta es una diócesis que tiene más de 65 parroquias, tiene 55 colegios, tiene enormes centros de apoyo de caritas. Entonces es una gran responsabilidad llevar adelante eso, ser el último responsable, porque, por supuesto que un obispo recibe siempre la colaboración de los sacerdotes, cada sacerdote, cada párroco tiene su responsabilidad, su autonomía, los colegios también tienen su autonomía, pero la última responsabilidad recae en el obispo."
" Entonces está muy bien que a una edad considerada a los 75 años se nos acepte la renuncia y acá tenemos la gracia de Dios de poder tener una muy buena relación con el obispo coadjutor."
"Les cuento que la idea de un obispo coadjutor se me ocurrió en las vacaciones, en donde suelo caminar por la montaña y estando allí pensaba “me faltan tres años” y me parece que el Espíritu Santo me tocó y pensé “tengo que pedir un obispo coadjutor”.
"Volví de las vacaciones y rápidamente fui a la nunciatura, le hablé al Nuncio de ver esta posibilidad y el nuncio, en ese momento Mons. Bernardini, me ayudó mucho y me dijo “vamos a avanzar en esto porque es una muy buena idea”.
"Así pudimos lograr el nombramiento de un obispo coadjutor como Mons. Oscar y en estos dos años tuvimos un buen vínculo."
" Así como yo había sido obispo coadjutor de Mons. Aguirre y en ese tiempo fui tomando conocimiento de las problemáticas de la diócesis, le pasó también Mons. Ojea de modo tal que ahora ya tiene la responsabilidad desde el mes de diciembre."
" En realidad, Mons. Oscar me dijo “no puede ser que vos renuncies y desaparezcas de la diócesis”, así que él mismo se encargó de buscarme el lugar en donde voy a vivir, que va a ser con las hermanas benedictinas y además él quiso hacer este acto de hoy, de los 35 años de obispo y 29 años acá en San Isidro, así que él fue el que tomó esta iniciativa."
" Por eso ahora vamos a hacer una celebración, han venido algunos obispos, está presente también el Nuncio apostólico y va a venir la gente de las comunidades."
"Les agradezco mucho que hayan venido, creo que el intento era justamente expresar a través de ustedes mi gratitud tan grande. Ya les habrá llegado la carta pastoral, que es lo que prácticamente voy a leer hoy."
Tanto Oscar como yo coincidimos en hacer yo, una carta de fundamentalmente de gratitud al Señor, a Dios y de gratitud a toda la gente y ahora son ustedes los especialmente privilegiados porque un ratito antes de la Misa los hemos convocado para fundamentalmente agradecerles."
"Qué significa que un obispo se retira. Significa que ya no tiene más la responsabilidad de la diócesis, pero por supuesto sigue siendo obispo."
Entonces, uno, como sacerdote tiene que rezar, ahora voy a rezar más que antes, eso es lo primero. En segundo lugar, uno celebra misas, celebra todos los sacramentos, voy a seguir celebrando los sacramentos, estoy a disposición, en este sentido, de la diócesis y seguramente me convocarán para confirmaciones, de hecho, ahora, en estos días, estoy reemplazando a algunos sacerdotes, los fines de semana, cuando me piden alguna Eucaristía y en Semana Santa me voy a alejar un poquito de la diócesis, voy a ir a celebrar en otra del gran Buenos Aires, porque en el gran Buenos Aires hay una gran carencia de sacerdotes y entonces iré a pasar toda la semana santa en la diócesis de Merlo-Moreno."
Voy a seguir trabajando en la Pastoral Social porque si bien mi título es obispo emérito, los obispos eméritos, también con mucha sabiduría, no podemos presidir ya ninguna Comisión Episcopal, pero podemos ser miembros. El nuevo presidente de Pastoral Social me ha elegido, me ha pedido, Mons. Lozano, que continuara colaborando en la Pastoral Social y entonces soy miembro de la Comisión de Pastoral Social. Voy a seguir trabajando ahí. También fui elegido miembro de la Comisión Episcopal de la Universidad Católica y esto está muy bueno porque últimamente, ustedes lo saben muy bien, la Universidad Católica está prestando muchos más servicios a la iglesia y también en el orden social, así que para establecer ese puente, esa comunicación entre la Pastoral Social y la Universidad Católica."
Este va a ser el panorama de mi vida. Yo estoy muy contento, por ejemplo, de dar otro tipo de servicios. Acabo de llegar de Córdoba, estuve toda la semana predicando retiro espiritual a los sacerdotes de Cruz del Eje. Tengo también compromiso de retiros espirituales, tengo que ir a la diócesis de Bariloche. Y, por otras partes, ya tengo otros viajes también al interior del país para charlas, conferencias, o sea, gracias a Dios, voy a seguir teniendo mucha actividad."
"Bien, esta es la sustancia de lo quería decirles. Hoy no hablamos de política, no es el día para hablar de política, es un día para hablar sí, si quieren hacerme preguntas de carácter personal."
"Les agradezco mucho el haber estado hoy aquí y los invito a participar de la Misa de acción de Gracias que seguidamente se realizará ahora."
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -*
Misa Acción de Gracias
Monseñor Jorge Casaretto
Despedida de su misión
Episcopal.
Catedral de San Isidro –
Viernes 16 de Marzo de 2012 –
Homilía.
Queridos amigos,
El 19 de marzo se cumplirán 35 años que recibí la ordenación episcopal en Rafaela, diócesis en la que ejercí el ministerio hasta el año 1983 en que volví a San Isidro, primero como coadjutor de Monseñor Aguirre y después como obispo residencial. Hoy hago mías las palabras de Pablo a los Filipenses que encabezan esta carta y que fueron inspiradoras del lema que me acompañó a lo largo de mi ministerio episcopal: “Que la paz de Cristo reine en nuestros corazones”. Los sentimientos más profundos que creo que la gracia de Dios suscita en mi corazón en estos tiempos, son una honda gratitud unida a una fuerte sensación de limitación.
Cuando con el pensamiento recorro mi vida, descubro una intensa intervención del Espíritu ya en mi Primera Comunión, día en que fui conciente, de una vez para siempre, del profundo amor que Jesús irradiaba en la Eucaristía. Ese hecho marcó mi vida. Luego en mi juventud llegó el llamado al sacerdocio y cuando grande el episcopado. Como toda vida, la mía estuvo signada por luces y sombras, aciertos y errores.
Pero fundamentalmente tengo una clara conciencia que el amor de Dios se antepuso a todos los acontecimientos y su gracia fue conduciendo mis pasos. Por eso la realidad de la Eucaristía, profundo misterio de la fe cristiana, y por tanto de los más desafiantes a nuestra visión humana, se hace aún más viva en mí en este tiempo. Eucaristía como gratitud. Es el mismo Jesús el que desde mi corazón agradece al Padre y a las innumerables personas que el Señor puso en mi camino. El amor del Padre me alentó y me sostuvo. La fuerza del Espíritu hizo posible que las diversas pruebas que fueron apareciendo afirmaran aún más mi vocación. Y por gracia de Dios mi incipiente y débil amor a María en mis años jóvenes se fue transformando en una fuerte conciencia de su constante protección. María, la madre del Señor, la Madre de la Iglesia, título particularmente querido por mí, ha sido y sigue siendo la Madre que me asiste, me consuela y me conforta.
Me gustaría también decirles que la obra del Señor en mí, sobre todo en los hechos más dolorosos, ha superado con creces lo que yo en mis años jóvenes hubiera podido imaginar sobre el amor de Dios.
Romano Guardini, en un librito sobre la Virgen, “La Madre del Señor”, dice que María, después de Pentecostés, en sus últimos años, pudo interpretar mucho más plenamente el significado de su vida y que con una profunda gratitud y cierto asombro, recordando el anuncio del Ángel habrá exclamado “con que era eso”. Salvando las infinitas distancias, al recordar la difícil situación del año 1958 cuando tuve que discernir mi vocación sacerdotal, yo también con inmensa gratitud y alegría hoy puedo decir: ¿con que era esto lo que Dios me pedía…? Ciertamente los hechos han superado las expectativas de felicidad que me movilizaban
¡Cuánta gratitud a Dios y a todos, absolutamente a todas las personas que El puso delante mío!
Corriendo el riesgo de alargar esta carta quiero nombrar en primer lugar a Mons. Oscar Ojea, tercer obispo de San Isidro. En estos dos años que hemos compartido pudimos forjar una verdadera amistad cuyo centro ha sido y es el mismo Señor Jesucristo. Me alegra mucho que él sea ahora el obispo de todos ustedes. Mi profunda gratitud a los hermanos obispos, sucesores de los apóstoles con quienes he podido trabajar por la Iglesia y por nuestro país en estos treinta y cinco años. Nuestro país tiene un episcopado inquieto, apostólico, misionero, muy comprometido con las realidades argentinas.
La misión de un obispo sólo es posible con la colaboración de los sacerdotes.
La gran mayoría de los presbíteros de esta diócesis han sido ordenados por mí.
Esto ha creado un lazo imborrable.
Siento un profundo afecto y enorme valoración por todos ellos, y una honda gratitud porque siempre han estado conmigo en las pruebas.
Espero y deseo en este tiempo futuro, suplir con mi oración por todos ellos, las carencias que de mi parte pudieran haber afectado nuestra relación.
En estos años pudimos concretar la profética decisión del Concilio Vaticano II, de restaurar el diaconado permanente.
Mi gratitud a todos aquellos que avanzaron en esta decisión y a quienes me siento unido tan fuertemente por haberles conferido este sagrado ministerio.
Probablemente sea la vida religiosa el estado eclesial más probado de estos tiempos. He tratado de estar cerca de los consagrados y a todos ellos les agradezco haber trabajado juntos. Mi más cercano afecto a las Hermanas Misioneras Diocesanas de María Madre de la Iglesia, que nacieron a la vida religiosa en el mismo año de mi ordenación episcopal, y a quienes siempre me he mantenido unido en su entrega y en sus deseos de santidad.
Creo sinceramente que en esta diócesis hay un laicado participativo y con notables inquietudes apostólicas.
Me siento muy agradecido por tantas iniciativas y realizaciones que han dado vida a esta Iglesia Diocesana y fortalecido las diversas comunidades. De modo particular agradezco a Caritas Diocesana y a todos aquellos laicos comprometidos en los contextos de mayor pobreza.
Saludo también a los jóvenes. Los que fueron jóvenes en otros tiempos y los que son ahora jóvenes que siguen a Jesús y que han dado y dan a nuestra Iglesia fortaleza y esperanza. Ustedes han estado siempre unidos a mi sacerdocio desde el momento de mi ordenación.
En mis responsabilidades como obispo, tanto en el orden nacional como diocesano, he trabajado con innumerables personas comprometidas en el orden político y social. El diálogo ha sido el alimento esencial de esos vínculos.
Al expresar mi gratitud a todos ellos formulo el deseo de que sean muchas más las personas que se comprometan por el bien común de nuestro país.
Quiero agradecer de modo particular a los representantes de culto, el orden nacional, el orden provincial.
A los intendentes aquí presentes: Posse, Massa, Macri, Andreotti, a los que fueron intendentes antes, García y Amieiro, todos están aquí presentes.
Muchas gracias por su presencia. Yo me atrevería a aconsejarle a los nuevos intendentes que restauren y fortalezcan el espacio del conurbano norte.
Creo que ustedes son hombres que salen de distintos partidos políticos y sería interesante, importante que en este conurbano norte, gente que tiene distinto origen político puedan trabajar por el bien común, en un momento en que hay tanto enfrentamiento en la política, qué bueno sería que el cono urbano norte pudiera dar un ejemplo a todo el país.
El contexto contemplativo de las hermanas benedictinas, quienes me han recibido con tanto afecto y en el que viviré estos años creo que será muy propicio para rezar por todos .
Por fin deseo compartir con ustedes el otro sentimiento que Dios suscita en estos años en mi corazón.
Podría expresarlo con el salmista “Señor
¿qué es el hombre para que te fijes en él?...
El hombre es igual que un soplo, sus días una sombra que pasa” (Salmo 143). Sentimientos de limitación y de muy honda necesidad de Dios. Creo que el Señor me concede esta gracia que me permite alejarme de las tentaciones de vanidad o soberbia que constantemente nos acechan.
Es una gracia que valoro mucho porque a lo largo de mi vida he tenido una autoestima muy fuerte.
Dios ha creído necesario que en este tiempo crezca en mí una conciencia mucho más viva de necesidad de su misericordia y su perdón que sigan sosteniendo mi ministerio.
Seguramente el Señor también permitirá que estos dos sentimientos encuentren más espacio de oración en mi vida. Estoy seguro que en su Providencia El sabe mejor que yo acerca de lo que será mi actividad en estos próximos años, pero de lo que estoy seguro es que El desea que rece aún más y que lo que físicamente no pueda realizar, porque las fuerzas sin duda disminuirán, lo supla por un mayor tiempo de contemplación.
Que pueda yo también decir con San Pablo que “doy gracias a Dios cada vez que los recuerdo”Flp.1,3 y “que siempre y en todas mis oraciones pido con alegría por todos ustedes, pensando en la colaboración que prestaron en la difusión del Evangelio, desde el comienzo hasta ahora”. Pablo decía que “Estoy firmemente convencido de que aquel que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús.”Flp.1,4-6.
Por eso aplico a mí mismo y a todos ustedes estas palabras: “No nos angustiemos por nada, y en cualquier circunstancia, recurramos a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar nuestras peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús”.Flp.4,6-7
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - *
Misa de Acción de Gracias –
Mons. Jorge Casaretto –
Despedida de su misión Episcopal
Viernes 16 de marzo de 2012 – Catedral de San Isidro –
Palabras de Mons. Oscar Ojea.
Lo que han sido para mí estos dos años junto a vos, desde esas primeras palabras acá: “que tu corazón esté donde están tus pies”, desde esas primeras palabras, creo que en estos dos años me fuiste transmitiendo, comunicando con mucha pasión tu amor por la diócesis.
Con una gran generosidad me abriste las puertas de cada área, de cada rincón de la diócesis y para mí fue realmente un tiempo de gracia, que espero poder continuar trabajando en la diócesis para servir fielmente al Señor y a la iglesia.
Quería decir también que me parecen admirables tus cualidades humanas, cómo has podido ponerlas al servicio de Jesús y de la iglesia. Tenés tantas cualidades humanas, tantas riquezas, tanta multiplicidad y sin embargo todo eso con un fuerte espíritu de oración, testimonio de oración, has podido ponerlo al servicio de la iglesia y del pueblo de Dios y eso es un gran bien.
No sé si te va a gustar esto, estuve pensando un poquito antes de decirlo.
Al poco tiempo de venir yo a San Isidro, Jorge escribió unos versos. Yo creo que los escribió para decirme a mí “bueno, mirá cómo soy en mis tiempos de descanso”. Entonces, ahora, les voy a dar una visión de Casaretto distinta, desde su multiplicidad, porque me parece importante:
“Querido Oscar te hago partícipe de mi beta poética.
Cuando estoy descansado, se me ocurre escribir algunas pavadas como estas”.
Entonces yo voy a leerles uno de los versos.
Es un epitafio, él se ve a sí mismo allí:
“Aquí yace Casaretto, cura, obispo,
“jas” derecho y hasta marcador central,
de los clubes que en la tierra tuve el gusto de integrar.
Recemos a tata Dios que en vida lo quiso tanto
Que lo nombre centro “jas” del equipo de los santos”
Simplemente antes de darle un abrazo a mi amigo quería invitarlos a todos al ágape abierto y fraterno.
Quería agradecer la presencia de todos, especialmente a la municipalidad de San Isidro toda la ayuda para poder realizar este acto.
A todos los intendentes, ex intendentes, que están presentes, todas las autoridades. Quería agradecer a los hermanos de las iglesias cristianas. A las comunidades judías, que han expresado de distinto modo su apoyo y su cercanía en la oración. Recordar a los hermanos obispos que no han podido hacerse presentes.
A todos muchísimas gracias,
que Dios los bendiga.