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lunes, 28 de noviembre de 2011

Doctor Juan Carlo Amatucci.

EL ROSTRO DE CRISTO MORIBUNDO NOS ENSEÑA A CUSTODIAR LA VIDA.CIUDAD DEL VATICANO, 26 NOV 2011 (VIS).-El Santo Padre recibió el sábado a 500 participantes en la conferencia internacional "La pastoral sanitaria al  servicio de la vida a la luz del magisterio del beato Juan Pablo II", organizada por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios. Fue el Papa beato quien instituyó este Pontificio Consejo, así  como la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo y la fundación "El buen samaritano", que asiste a los enfermos más pobres en diversos países.
 Ofrecemos a continuación algunos extractos del discurso pronunciado por Benedicto XVI durante la audiencia:
 "En sus largos e intensos años de pontificado, el beato Juan Pablo II
proclamó que el servicio a la persona enferma en el cuerpo y en el espíritu requiere un esfuerzo constante de atención y evangelización por parte de toda la comunidad eclesial, según el mandato de curar a los enfermos que Jesús dio a los Doce". (...)
 "El misterio del dolor parece ofuscar el rostro de Dios, haciéndolo casi extraño, o incluso señalándolo como el responsable del sufrimiento humano; pero los ojos de la fe son capaces de ver en profundidad este misterio. Dios se ha encarnado, se ha hecho cercano al hombre incluso en las situaciones más difíciles. 

No ha eliminado el sufrimiento, pero en el Crucificado resucitado, en el Hijo de Dios que ha padecido hasta la muerte, y una muerte de cruz, Él revela que su amor desciende hasta el abismo más profundo del
hombre para darle esperanza. (...) 
En el Hijo entregado por la salvación dela humanidad, la verdad del amor es probada, en un cierto sentido, mediante la verdad del sufrimiento. Y la Iglesia, nacida del misterio de la redención
en la cruz de Cristo, 'está llamada a buscar el encuentro con el hombre de modo particular en el camino del sufrimiento'".
 "El servicio de acompañamiento, cercanía y cuidado de los hermanos
enfermos, solos, que padecen a menudo heridas no sólo físicas sino también espirituales y morales, os coloca en una posición privilegiada para testimoniar la acción salvífica de Dios, su amor por el hombre y por el mundo que abraza incluso las situaciones más dolorosas y terribles. El rostro del Salvador moribundo en la cruz (...) nos enseña a custodiar y promover la vida en cualquier estadio y sea cual sea la condición en la que se encuentre, reconociendo la dignidad y el valor de cada ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios y llamado a la vida eterna".
 "Esta visión del dolor y del sufrimiento, iluminada por la muerte y
resurrección de Cristo, nos ha sido testimoniada por el lento calvario que marcó los últimos años de vida del beato Juan Pablo II. (...)
 Su profunda humildad, enraizada en la íntima unión con Cristo, le permitió continuar guiando la Iglesia y dar al mundo un mensaje aún más elocuente justo en el momento en el que la fuerza física le fallaba".
 "Queridos amigos (...) que en el servicio que prestáis en los diversos
ámbitos de la pastoral de la salud podáis experimentar que 'solo el servicio al prójimo me hace ver lo que Dios hace por mí y cuánto me ama'".
AC/

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