El Card. Bergoglio,
pidió no tener miedo de evangelizar la ciudad.
pidió no tener miedo de evangelizar la ciudad.
El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio, exhortó a los católicos a “no tener miedo” de salir a evangelizar la Ciudad, al proponer una nueva pastoral urbana centrada en el encuentro, el acompañamiento y el fermento, al advertir que crece “la no mirada” y explicar que esa exclusión consiste en “ni siquiera ‘ver’ al excluido” o donde “el que duerme en la calle no se ve como persona sino como parte de la suciedad y abandono del paisaje urbano, de la cultura del descarte, del ‘volquete’”.
El primado argentino subrayó que, en cambio, “la ciudad
humana crece con la mirada que ‘ve’ al otro como conciudadano”.
“En este sentido la mirada de fe es fermento para una mirada ciudadana. Por eso podemos hablar de un ‘servicio de la fe’: de un servicio existencial, testimonial, pastoral”, indicó ante 400 delegados –laicos, sacerdotes, religiosas y religiosos- de las diócesis de la Región Pastoral de Buenos Aires, que desde hoy y hasta el domingo participan en la Universidad Católica Argentina (UCA) del :
Primer Congreso Regional de Pastoral Urbana.
El purpurado porteño sostuvo que esta “mirada” desde
la fe a la Ciudad, “incluye sin relativizar”. Es decir, que “la fe, por sí sola, mejora la ciudad, en el sentido de que sólo la fe nos libera de las generalizaciones y abstracciones de una mirada ilustrada que sólo da como frutos más ilustraciones”.“La cercanía, el ‘involucramiento’ y el sentir cómo el fermento hace crecer la masa, llevan a la fe a desear mejorar lo suyo propio, lo específico cristiano: para poder ver indivise et inconfuse al otro, al prójimo: la fe desea ‘ver a Jesús’.
Es una mirada que, para incluir, se limita y se clarifica a sí misma”, puntualizó.
Y añadió: “Si nos situamos en el ámbito de la caridad, podemos decir que esta mirada nos salva de tener que relativizar la verdad para poder incluir”.
Tras reconocer que “la ciudad actual es relativista: todo es válido”, advirtió que “puede que caigamos en la tentación de que para no discriminar, para incluir a todos, a veces sintamos que es necesario ‘relativizar” la verdad”.
“No es así. El Dios nuestro que vive en la ciudad y se involucra en su vida cotidiana no discrimina ni relativiza.
Su verdad es la del encuentro que descubre rostros y cada rostro es único. Incluir personas con rostro y nombre propios no implica relativizar valores ni justificar antivalores, sino que no discriminar y no relativizar implica tener fortaleza para acompañar procesos y la paciencia del fermento que ayuda a crecer. La verdad del que acompaña es la de mostrar caminos hacia adelante más que juzgar encierros pasados”, diferenció.
El cardenal Bergoglio destacó que “la mirada del amor no discrimina ni relativiza porque es misericordiosa.
Y la misericordia crea la mayor cercanía, que es la de los rostros, y como quiere ayudar de verdad busca la verdad que más duele -la del pecado-, pero para encontrar el remedio verdadero. Esta mirada es personal y comunitaria. Se traduce en la agenda, marca tiempos más lentos que los de las cosas (acercarse a un enfermo requiere tiempo), y crea estructuras acogedoras y no expulsivas, cosa que requiere también tiempo”.
“La mirada de amor no discrimina ni relativiza porque es mirada de amistad. Y a los amigos se los acepta como son y se les dice la verdad.
Es también una mirada comunitaria. Lleva a acompañar, a sumar, a ser uno más al lado de los otros ciudadanos. Esta mirada es la base de la amistad social, del respeto de las diferencias, no sólo económicas sino también las ideológicas. Es también la base de todo el trabajo del voluntariado. No se puede ayudar al que está excluido si no se crean comunidades inclusivas”, advirtió.
El primado argentino aseguró que “la mirada del amor no discrimina ni relativiza porque es creativa. El amor gratuito es fermento que dinamiza todo lo bueno y lo mejora y transforma el mal en bien, los problemas en oportunidades. El pastor que mira con mirada de ágape descubre las potencialidades que están activas en la ciudad y empatiza con ellas, fermentándolas con el evangelio”.
El arzobispo porteño reconoció que “un Dios vivo en medio de la ciudad requiere profundizar en el camino de esta mirada que proponemos”, porque, aseguró “no es un mirarse al ombligo como lo es el ‘mirar cómo miramos’. Porque la ciudad, como los desiertos, produce espejismos. Y con la mejor intención puede ser que nos engañemos. La fe siempre se ve desafiada a superar espejismos”.
“Nos hemos desengañado (algunos quizás demasiado) del espejismo de las ideologías políticas, de mirar no sólo las ciudades sino todo el Continente desde ideologías que proponían caminos rápidos para lograr la justicia.
El precio fue la violencia y una desvalorización de la política que recién hace poco está comenzando a revertirse. Hoy hay otros espejismos. Quizá por contraposición temporal se puede discernir su raíz.
Si los espejismos políticos exigían un paso rápido a la acción, los espejismos ilustrados más bien ‘retardan’. El punto aquí es si la teoría se vuelve tan complicada que en vez de suscitar ‘salidas apostólicas’ suscita ‘discusiones sobre planes apostólicos’”, interpeló.
Por último, el cardenal Bergoglio propuso “una mirada que no se queda empantanada en ese dualismo que va y vuelve constantemente de los diagnósticos a la planificación, sino que se involucra dramáticamente en la realidad de la ciudad y se compromete con ella en la acción”, y reiteró que “la mirada del creyente sobre la ciudad, se resuelve en tres actitudes concretas:
El salir de sí al encuentro del otro se resuelve en cercanía, en actitudes de projimidad.
Nuestra mirada siempre tiene que ser salidora y cercana.
No autorreferencial sino trascendente”.
El fermento y la semilla de la fe se resuelve en el testimonio.
(si sabiendo estas cosas las ponen en práctica, serán felices).
Dimensión martirial de la fe. Y el acompañamiento se resuelve en la paciencia, en la hypomoné, que acompaña procesos sin maltratar los límites. Por este lado me parece va el servicio que, como hombres y mujeres creyentes, podemos brindar a nuestra ciudad”, concluyó.
+AICA -
Toda la información puede ser reproducida parcial o totalmente, citando la fuente.
El primado argentino subrayó que, en cambio, “la ciudad
humana crece con la mirada que ‘ve’ al otro como conciudadano”.
“En este sentido la mirada de fe es fermento para una mirada ciudadana. Por eso podemos hablar de un ‘servicio de la fe’: de un servicio existencial, testimonial, pastoral”, indicó ante 400 delegados –laicos, sacerdotes, religiosas y religiosos- de las diócesis de la Región Pastoral de Buenos Aires, que desde hoy y hasta el domingo participan en la Universidad Católica Argentina (UCA) del :
Primer Congreso Regional de Pastoral Urbana.
El purpurado porteño sostuvo que esta “mirada” desde
la fe a la Ciudad, “incluye sin relativizar”. Es decir, que “la fe, por sí sola, mejora la ciudad, en el sentido de que sólo la fe nos libera de las generalizaciones y abstracciones de una mirada ilustrada que sólo da como frutos más ilustraciones”.“La cercanía, el ‘involucramiento’ y el sentir cómo el fermento hace crecer la masa, llevan a la fe a desear mejorar lo suyo propio, lo específico cristiano: para poder ver indivise et inconfuse al otro, al prójimo: la fe desea ‘ver a Jesús’.
Es una mirada que, para incluir, se limita y se clarifica a sí misma”, puntualizó.
Y añadió: “Si nos situamos en el ámbito de la caridad, podemos decir que esta mirada nos salva de tener que relativizar la verdad para poder incluir”.
Tras reconocer que “la ciudad actual es relativista: todo es válido”, advirtió que “puede que caigamos en la tentación de que para no discriminar, para incluir a todos, a veces sintamos que es necesario ‘relativizar” la verdad”.
“No es así. El Dios nuestro que vive en la ciudad y se involucra en su vida cotidiana no discrimina ni relativiza.
Su verdad es la del encuentro que descubre rostros y cada rostro es único. Incluir personas con rostro y nombre propios no implica relativizar valores ni justificar antivalores, sino que no discriminar y no relativizar implica tener fortaleza para acompañar procesos y la paciencia del fermento que ayuda a crecer. La verdad del que acompaña es la de mostrar caminos hacia adelante más que juzgar encierros pasados”, diferenció.
El cardenal Bergoglio destacó que “la mirada del amor no discrimina ni relativiza porque es misericordiosa.
Y la misericordia crea la mayor cercanía, que es la de los rostros, y como quiere ayudar de verdad busca la verdad que más duele -la del pecado-, pero para encontrar el remedio verdadero. Esta mirada es personal y comunitaria. Se traduce en la agenda, marca tiempos más lentos que los de las cosas (acercarse a un enfermo requiere tiempo), y crea estructuras acogedoras y no expulsivas, cosa que requiere también tiempo”.
“La mirada de amor no discrimina ni relativiza porque es mirada de amistad. Y a los amigos se los acepta como son y se les dice la verdad.
Es también una mirada comunitaria. Lleva a acompañar, a sumar, a ser uno más al lado de los otros ciudadanos. Esta mirada es la base de la amistad social, del respeto de las diferencias, no sólo económicas sino también las ideológicas. Es también la base de todo el trabajo del voluntariado. No se puede ayudar al que está excluido si no se crean comunidades inclusivas”, advirtió.
El primado argentino aseguró que “la mirada del amor no discrimina ni relativiza porque es creativa. El amor gratuito es fermento que dinamiza todo lo bueno y lo mejora y transforma el mal en bien, los problemas en oportunidades. El pastor que mira con mirada de ágape descubre las potencialidades que están activas en la ciudad y empatiza con ellas, fermentándolas con el evangelio”.
El arzobispo porteño reconoció que “un Dios vivo en medio de la ciudad requiere profundizar en el camino de esta mirada que proponemos”, porque, aseguró “no es un mirarse al ombligo como lo es el ‘mirar cómo miramos’. Porque la ciudad, como los desiertos, produce espejismos. Y con la mejor intención puede ser que nos engañemos. La fe siempre se ve desafiada a superar espejismos”.
“Nos hemos desengañado (algunos quizás demasiado) del espejismo de las ideologías políticas, de mirar no sólo las ciudades sino todo el Continente desde ideologías que proponían caminos rápidos para lograr la justicia.
El precio fue la violencia y una desvalorización de la política que recién hace poco está comenzando a revertirse. Hoy hay otros espejismos. Quizá por contraposición temporal se puede discernir su raíz.
Si los espejismos políticos exigían un paso rápido a la acción, los espejismos ilustrados más bien ‘retardan’. El punto aquí es si la teoría se vuelve tan complicada que en vez de suscitar ‘salidas apostólicas’ suscita ‘discusiones sobre planes apostólicos’”, interpeló.
Por último, el cardenal Bergoglio propuso “una mirada que no se queda empantanada en ese dualismo que va y vuelve constantemente de los diagnósticos a la planificación, sino que se involucra dramáticamente en la realidad de la ciudad y se compromete con ella en la acción”, y reiteró que “la mirada del creyente sobre la ciudad, se resuelve en tres actitudes concretas:
El salir de sí al encuentro del otro se resuelve en cercanía, en actitudes de projimidad.
Nuestra mirada siempre tiene que ser salidora y cercana.
No autorreferencial sino trascendente”.
El fermento y la semilla de la fe se resuelve en el testimonio.
(si sabiendo estas cosas las ponen en práctica, serán felices).
Dimensión martirial de la fe. Y el acompañamiento se resuelve en la paciencia, en la hypomoné, que acompaña procesos sin maltratar los límites. Por este lado me parece va el servicio que, como hombres y mujeres creyentes, podemos brindar a nuestra ciudad”, concluyó.
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