2013
Espiritualidad.
Respuestas
en la vida
que viene .
Por :
Juan
Carlo
Amatucci.
Nota Nº1.
Creo que sólo encontraremos
respuestas en la vida que viene tras la muerte.
Juan Antonio Ruiz / ReL.
En el juicio final, la clave será el amor.
Cuando tienes dieciséis años, todo
es sueño: la carrera, un futuro noviazgo, metas que conquistar, el futuro. Pero
para Donal Walsh el sueño se transformó en pesadilla cuando le diagnosticaron
un cáncer terminal que, de golpe y porrazo, desplomó toda aspiración de
porvenir: «no tenía palabras para esta sentencia de muerte», dijo él. Y, no
obstante, algo sucedió que transformó este drama en una historia de esperanza;
algo que comenzó con una carta publicada por accidente en un periódico de
Irlanda, su país natal.
Nacido en Blennerville, Tralee
(Irlanda), su batalla contra el cáncer comenzó hace cuatro años, con un tumor
en la pierna, con tan sólo doce primaveras a sus espaldas. Pasó por quirófano y
por quimioterapia, lleno de enojo y preguntas; mucho qué pensar y mucho tiempo
a disposición.
Cuando todo parecía solucionado,
volvieron las noticias de mal agüero: otro tumor, pero ahora en un pulmón.
Resignado, regresó al camino que había jurado nunca volver a recorrer.
Pero era
eso o morir.
Optó por luchar de nuevo.
Pero lo extraordinario de Donal no
es sólo su fuerza de voluntad, sino el uso que ha hecho de su enfermedad.
Viendo, por ejemplo, las condiciones del Our Lady’s Hospital en donde estaba
internado, recaudó más de 50,000 euros para el hospital, organizando carreras
de montaña, torneos de rugby, cenas y subastas. Se lanzó a la TV para que los
políticos y la ONU destinasen más fondos a la lucha contra el cáncer.
La
enfermedad, en vez de debilitarle, parece que despertó a un león durmiente:
Donal, 12 años, con dos jugadores de
rugby de Kerry
«Llorar no me llevará a ningún lugar
–dice resuelto–.
Lloré el primer día y me prometí que sería suficiente con eso.
La vida me ha dado en bandeja de plata demasiadas excusas para que me traten
bien el resto de mi vida, pero decidí que no voy a usarlas».
El sostén de la fe
¿Y qué es lo que sostiene a este
joven?
La respuesta es rápida: su fe.
Porque aunque ha buscado y ha preguntado
a toda la gente, no ha podido encontrar soluciones que le den tranquilidad
aquí:
«No estoy enojado o con un sentimiento de injusticia sobre todo esto que
me está pasando. Creo que sólo encontraremos respuestas en la vida que viene tras
la muerte.
No temo la enfermedad o la muerte.
Lo que me preocupa es pensar qué
le pasará a mi familia después».
Tal vez este pensamiento fue lo que
propició que alguien publicara una carta del adolescente en un periódico local
en la que contaba su lucha contra el cáncer y, de paso, algo que movió los
cimientos de la conciencia de muchos: su lucha por erradicar de Irlanda la
«epidémica plaga del suicidio» antes de morir.
Con algunos familiares
Porque aunque su mundo se está
derrumbando, Donal piensa en los demás. Y reconoce que no puede sino sentir
enojo con los jóvenes que deciden quitarse la vida, «dejando un desastre a sus
espaldas» para la familia.
Sí, es consciente de situaciones financieras
difíciles o de desesperación,
pero ¿y lo que él está pasando es fácil?
«Aquí estoy: luchando por mi vida
por tercera vez en cuatro años y, en esta ocasión, sin esperanza de curación.
No tengo opción e intento preparar a mi familia y amigos lo mejor posible para
lo que vendrá, tratando de dejar el menor desastre posible».
Por eso comenta, al pensar en los
que se suicidan, «nunca habrá razones tan malas como para tomar la decisión del
suicidio: si meditan en ello y buscan ayuda se puede encontrar una solución».
Eso mismo dijo en una entrevista en
el The Saturday Night Show, que tuvo mucho impacto.
Y cuando el entrevistador
mencionó que tal vez Dios lo esté usando para lograr una buena causa, Donal
respondió: «si puedo ser un símbolo para que los jóvenes aprecien más la vida,
entonces feliz me lanzo adelante y lo hago con gusto».
Y ya está siendo todo un ejemplo,
como lo demuestra el premio que la Kerry’s Eye Radio le concedió como héroe
local. La nominación a dicho galardón la hizo su profesor de instituto, Ruairi
O’Rahilly, que en una entrevista desmiente el dicho popular irlandés que dice
«nunca conozcas tus héroes». Así lo explica el profesor: «me siento honrado de
decir que conozco a Donal y sé que hablo a nombre de todos en el colegio.
Él es
desinteresado y encarna todos los atributos que tratamos de inculcar en
nuestros chicos».
Donal posando, hoy, para el diario
Kerry´s Eye
Héroe o no, Donal sabe que su final
llegará más pronto de lo normal. Y por eso sigue luchando, tenazmente, por esa
meta que se propuso: arrancar el suicidio de la faz de la tierra.
«Te lo dice un chico de dieciséis
años que no tiene voz en su sentencia de muerte, que no tiene ninguna opción
ante el dolor que causará y que arriesgaría cualquier oportunidad para pasar
aunque sea unos meses en esta tierra: por favor, aprecia lo que tienes, date
cuenta de que siempre habrán opciones y de que la ayuda está siempre a tu
lado».
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Nota Nº 2 .
En el juicio final, la clave será el amor.
Ciudad del Vaticano, 24 abril 2013 (VIS).-El Papa
Francisco ha dedicado la catequesis de la audiencia general de los miércoles a
tres textos del Evangelio que ayudan a entrar en el misterio de una de las
verdades que se profesan en el Credo: que Jesús "de nuevo vendrá con
gloria para juzgar a los vivos y a los muertos”. Los tres textos son; la
parábola de las diez vírgenes, la de los talentos y el juicio final. Todos
forman parte del discurso de Jesús sobre el final de los tiempos en el
Evangelio de San Mateo.
Ante más de 75.000 personas que abarrotaban la Plaza
de San Pedro, el Santo Padre ha hablado del “tiempo inmediato”, entre la
primera venida de Jesús y la última: es el tiempo en que vivimos y en él se
coloca la parábola de las diez vírgenes que esperan al Esposo, pero como tarda
en llegar se duermen. Cinco de ellas, sabias, tienen aceite para encender sus
lámparas cuando el Esposo llega de improviso; las otras, las necias, no lo
tienen y mientras lo buscan, ya ha comenzado la fiesta nupcial y la puerta para
entrar al banquete está cerrada para ellas. “El Esposo es el Señor, y el tiempo
de espera de su llegada es el que nos otorga, con misericordia y paciencia,
antes de su venida final: un tiempo de vigilancia, en que debemos mantener
encendidas las luces de la fe, de la esperanza y la caridad; en que mantener
nuestros corazones abiertos a la bondad, la belleza y la verdad; tiempo de
vivir de acuerdo a Dios porque no sabemos ni el día ni la hora del regreso de
Cristo. Lo que se pide de nosotros es estar preparados para el encuentro, lo
que significa ser capaces de ver los signos de su presencia, de mantener viva
la fe, con la oración, los sacramentos, de estar atentos para no dormirnos ni
olvidarnos de Dios. La vida de los cristianos que se duermen es una vida
triste, no es una vida feliz. El cristiano tiene que ser feliz, sentir la
alegría de Jesús”.
La segunda parábola de los talentos “nos hace
reflexionar sobre la relación entre cómo usamos los dones recibidos de Dios y
su regreso, cuando nos preguntará cómo los hemos utilizado... Esto nos dice que
la espera de la venida del Señor es el momento de la acción, de aprovechar los
dones de Dios, no para nosotros mismos, sino para El, para la Iglesia, para
otros; el tiempo en que buscar siempre que crezca el bien en el mundo. Y sobre
todo ahora, en este tiempo de crisis, es importante no encerrarse en sí mismos,
enterrando el propio talento, las propias riquezas espirituales, intelectuales,
materiales... hay que abrirse, ser solidarios, preocuparse por los demás. En la
Plaza, hoy hay muchos jóvenes A vosotros que estáis en el comienzo del viaje de
la vida, os pregunto: ¿Habéis pensado en los talentos que Dios os ha dado?
¿Habéis pensado en cómo ponerlos al servicio de los demás? No enterréis los
talentos ¡Apostad por los grandes ideales... que agrandan el corazón, los
ideales de servicio que hará fructíferos vuestros talentos!. No se nos da la
vida para que la conservamos celosamente para nosotros mismos: se nos da para
entregarla. Queridos jóvenes, ¡Tened un ánimo grande. No tengáis miedo de soñar
cosas grandes!”.
El Santo Padre ha abordado después el relato del
juicio final que narra la segunda venida del Señor, cuando juzgará a todos los
seres humanos vivos y muertos. A su derecha estarán los que han actuado de acuerdo
a la voluntad de Dios, ayudando al hambriento, al sediento, al extranjero, al
desnudo, al enfermo, al encarcelado; siguiendo así al Señor mismo. “He dicho
extranjero ¿cuántos extranjeros hay en la diócesis de Roma? Y ¿que hacemos por
ellos?”, se ha preguntado el Papa.
En la narración, a la izquierda del Señor están los
que no han socorrido al prójimo. “Esto nos dice que seremos juzgados por Dios
en la caridad, según cómo lo hemos amado en los hermanos, especialmente en los
más débiles y necesitados. Por supuesto, siempre hay que tener en cuenta que
estamos justificados, estamos salvados por la gracia, por un acto gratuito de
amor de Dios, que siempre nos precede; nosotros solos no podemos hacer nada. La
fe es ante todo un don que hemos recibido. Pero para dar fruto, la gracia de
Dios siempre requiere nuestra apertura a Él, nuestra respuesta libre y
concreta. Cristo viene a darnos la misericordia de Dios que salva. A nosotros
se nos pide que confiemos en él, para responder al don de su amor con una vida
buena, hecha de acciones animadas por la fe y el amor.
“No temamos nunca el juicio final - ha concluido el
Pontífice- al contrario, nos debe empujar a vivir mejor el presente. Dios nos
ofrece con misericordia y paciencia este tiempo para que aprendamos cada día a
reconocerlo en los pobres y los pequeños, para que nos comprometamos con el
bien y estemos vigilantes en la oración y el amor. Y que el Señor, al final de
nuestra existencia y de la historia, nos reconozca como siervos buenos y
fieles”.